Salud
Por Marcelo Vera , 24 de mayo de 2021La celopatía: el drama de los celos patológicos
Los celos patológicos corresponden a un subtipo de trastorno de carácter delirante y
multifactorial, que se relaciona con el hecho de que una persona está convencida de que su pareja
le es infiel, sin que existan motivos, señales o prueba alguna que justifique la sospecha del
supuesto engaño. Los celos patológicos son la principal causa de las graves agresiones físicas
–incluyendo el asesinato o femicidio– que sufren miles de mujeres de todas las edades en todo el
mundo.
Las investigaciones y los datos resultantes de diversos estudios, indican que este trastorno afecta
más a los hombres que a las mujeres, especialmente –aún cuando no exclusivamente– después de
los 30 años, y se gatilla a partir de una situación específica que el sujeto interpreta como
“sospechosa”.
Por otra parte, el hecho de haber experimentado en el pasado algún tipo de situación de
infidelidad, ello determina que en algunos hombres y mujeres se produzca un elevado sentimiento
de inseguridad personal y una suerte de “tendencia de tipo paranoica” a sospechar que sus
actuales –o futuras– parejas pudieran hacerle lo mismo. Al respecto de este hecho puede surgir
una serie de ideas fijas, obsesivas y absurdas.
En sentido estricto, los celos –muy distinto a una condición de “celopatía”– no son del todo malos
ni negativos, y corresponden a una respuesta de tipo emocional que surge cuando un individuo
percibe algún tipo de amenaza hacia algo o hacia alguien que considera propio. Habitualmente, se
habla de celos cuando se produce un cierto nivel de inquietud en un sujeto al pensar que la
persona amada pudiera estar prestando atención a otro individuo, generando molestia e
incomodidad en su interior, aún cuando la percepción del sujeto con respecto a su pareja esté
equivocada y sin que el hecho pase a mayores.
Los celos parecen estar presente en casi todos los seres humanos, sin que importe su condición
socio-económica, sexo, raza, edad, nivel de educación o forma de crianza. Incluso, se pueden
manifestar en individuos que, aparentemente, son muy seguros de sí mismos. Tanto es así, que
algunas personas se sorprenden de sí mismas por el hecho de sufrir de celos, ya que ni siquiera
sospechaban que ellos (o ellas) pudieran experimentar este tipo de respuesta emocional.
Ahora bien, cuando se genera un “exceso de celos”, ello provoca que la persona que los
experimenta se sienta de tal forma insegura y vulnerada, que comienza a ejercer una suerte de
dominio sobre la persona que se ha convertido en el objeto de sus celos, buscando arrinconarla en
una especie de “red de sospechas” que se caracteriza por una serie de actos opresivos y
controladores tales como: revisar las cosas personales y redes sociales del objeto de su amor
(computador, celular, bolso, Facebook, Instagram, WhatsApp, etc.), aislar y/o seguir a la persona al
trabajo, controlar con quién sale o se junta, encerrar a la pareja en el hogar, buscar evidencias de
su traición, etc.
A continuación se listan una serie de conductas y/o señales que indican que la persona pudiera
estar comenzando a tener un grave problema de celos:
1. Experimentar sentimientos de inseguridad al interior de la relación: la aparición de los
celos se inicia, justamente, cuando la persona comienza a sentirse insegura en relación
con su pareja, ya sea porque la autoestima del sujeto es muy baja, o bien, porque siente
que no está al “mismo nivel” que las ex parejas del objeto de su amor.
2. Ponerse controlador con la pareja: esto implica hacer diversos llamados durante el día
para verificar dónde está la persona. A lo anterior se suma, el acto de revisar los mensajes
del celular de la pareja, así como también ingresar a sus cuentas de correos electrónicos y
redes sociales, monitoreando el perfil de la pareja, con la finalidad de revisar hasta los más
mínimos detalles.
3. No “quitarle el ojo de encima”: existe una necesidad de estar “pegado” al otro, un
aspecto que es muy contraproducente y poco saludable para la relación de pareja, por
cuanto ambas partes necesitan un espacio personal de independencia para disfrutar con
su círculo de amigos, o simplemente, para disfrutar de un tiempo para uno mismo.
4. Exigir u obligar al otro a que rompa todo tipo de relación con su ex: aún cuando no
resulta agradable ni cómodo que la pareja hable constantemente de sus relaciones
pasadas, tampoco es recomendable obligar a la pareja a desligarse completa y totalmente
de una etapa de su vida, especialmente, si esta etapa fue significativa en la vida de la
persona, como es el caso de la ex pareja con la cual se tienen hijos en común.
5. Acusar a la pareja de estar coqueteando con otros(as): si la pareja muestra algún gesto de
cortesía y de amabilidad con otra persona –hombre o mujer–, eso no significa que esté
interesada en dicha persona, por lo tanto, es preciso que el celópata aprenda a diferenciar
lo que es la “amabilidad y mostrarse agradable con alguien” del hecho de “estar
coqueteando” con el otro. Llevado al máximo, esto implica que la persona no puede tener
amigos del “otro sexo”, por los graves incidentes que ello conlleva.
6. Hacer preguntas con doble intención: hay parejas que se divierten y se sienten cómodas
haciendo preguntas a su pareja acerca de si tal o cual persona es más bonita o buen mozo
que uno(a). No obstante lo anterior, hay otros individuos que se toman muy a mal –y que
aborrecen– la respuesta que uno les dé, por cuanto, si la respuesta es “Sí”, esa persona
será acusada de estar viéndose con otro hombre o con otra mujer, y si la respuesta es
“No” será tachada de mentirosa(o).
7. Los celos como fuente de constantes peleas y conflictos: las discusiones de pareja no
tienen por qué razón ser consideradas siempre como algo negativo, ya que a menudo, una
vez zanjada de manera civilizada la discusión, la relación se puede volver más fuerte,
cercana e íntima. Sin embargo, si la gran mayoría de las peleas se produce porque una de
las partes se puso muy celosa(o), lo recomendable, es que esa persona comience a
reflexionar acerca de las repercusiones que pueden tener esas constantes peleas por
celos, las que podrían conducir a la saturación y al agotamiento de la paciencia de la otra
persona, y terminar en el quiebre definitivo de la relación.
En consideración de todo lo arriba mencionado, el sujeto celópata –y que tiene conciencia de su
problema– debería hacer una firme, pronta e imparcial introspección y preguntarse, si a lo mejor,
la persona que está causando todas las dificultades en la relación de pareja, es justamente, la que
acusa al otro de ser infiel. En función de lo anterior, la segunda pregunta que debe hacerse el
celópata es: si el “objeto de mis celos” es una persona tan poco digna de confianza, aborrecible,
falsa, coqueta y mentirosa, entonces ¿por qué razón insisto en continuar una relación tan poco
saludable?
La respuesta que se dé a sí misma la persona celópata dará claros indicios acerca de si su relación
de pareja está aún a tiempo de ser salvada, o bien, terminará en un quiebre definitivo, e incluso,
de manera poco civilizada y/o violenta.
Digamos, finalmente, que la falta de confianza en el otro, es el principal factor que influye en el
rompimiento de una relación de pareja, especialmente, cuando no hay señal alguna que indique
que la otra persona está siendo infiel o que tiene, siquiera, intención alguna
COMENTA AQUÍ